jueves, 15 de octubre de 2009

Nueva Partitura: GLORIA de la Misa Criolla.

El Coro está creciendo rápidamente, con la incorporación de
muchos jóvenes del Colegio, así que además de continuar con nuestro repertorio habitual, vamos a comenzar a estudiar el GLORIA de la Misa Criolla.
La parte la pueden encontrar en la fotocopiadora, todavía no la subí al blog porque es muy grande.
Esta obra la estudiaremos en conjunto con Coral Ex Corde; se inicia la enseñanza el próximo Miércoles 21 de Octubre a las 18:30 hs.
Aquí les dejo información sobre esta obra cumbre de nuestra música,
y que nos representa en el mundo:




TEXTO DE TAPA DE LA EDICION DISCOGRÁFICA DE PHILIPS, DE 1964
LAS OBRAS Cuando Ariel Ramírez se propuso componer una misa cantada sobre formas musicales puramente folklóricas,
recibió el estímulo y el asesoramiento del
R. P. Osvaldo Catena, asesor de Liturgia
para América Latina, del R. P. Jesús Gabriel Segade, director de la Cantoría de la Basílica del Socorro y del R. P. Alejandro Mayol, uno de los más entusiastas promotores de la idea. Después de discutir largamente el tema, se resolvió elegir de común acuerdo el texto litúrgico español aprobado recientemente por los peritos de América Latina.Sobre esas palabras debía encontrar Ariel Ramírez los elementos rítmicos más adecuados para transmitir el fervor de cada secuencia de la misa dentro del ámbito musical de nuestro folklore. A esta dificultad se agregaba el problema de la elección de intérpretes capaces de asumir la responsabilidad de expresar, con la debida belleza y autenticidad, esta ambiciosa creación.Teniendo en cuenta tales problemas, Ariel Ramírez encaró su composición como una obra para solistas, coro y orquesta. Serían Los Fronterizos, el prestigioso y popular conjunto, quienes se harían cargo de la primera interpretación a través de las voces de sus componentes: Eduardo Madeo, Gerardo López, Julio César Isella y Juan Carlos Moreno. La Cantoría de la Basílica del Socorro, que dirige el R. P. Segade -armonizador de la parte coral- y un orquesta integrada por instrumentos regionales se asociaron con el clave, instrumento que por su sonoridad y su tradición evocativa fue escogido por Ariel Ramírez -su intérprete- para llevar la voz cantante de la orquesta. La percusión, formada por bombos legüeros, batería, tumbadora, gong, cocos, cascabeles y otros accesorios, aportaron a la obra elementos típicamente americanos. Estos medios expresivos son los que interpretan Misa Criolla.La Misa Criolla se inicia con el Kyrie, concebido sobre dos ritmos -vidala y baguala- aptos para expresar la honda súplica de esta letanía. Se luce como solista en el tema de baguala, Gerardo López, cuya voz, desgarrada, crispada, dice el tema principal de la oración.El excelente intérprete de charango Jaime Torres inicia el Gloria con una ejecución magistral, que marca el ritmo de una de las danzas más populares del país: el carnavalito. Es una forma popular elegida con acierto para traducir el júbilo de la gloria del Señor, que Los Fronterizos y el coro exaltan a través de un diálogo encadenado de atrayente vivacidad.El más difícil de los momentos de la Misa Criolla es, sin duda, el Credo, por la grandeza de su tema y por el ritmo escogido: la chacarera trunca, aire muy popular en Santiago del Estero. Un ritmo obsesionante, casi exasperado, subraya la línea melódica que entra con una fuerza dramática impresionante en torno a las réplicas de Los Fronterizos y el coro, alternados en la afirmación de la profesión de que es propia de esta parte de la Misa.Ariel Ramírez trabajó el Sanctus sobre uno de los ritmos más bellos del folklore boliviano: el carnaval de Cochabamba, de marcado y subyugante compás, como lo requiere este momento de la Misa en que se aclama la gloria que llena los cielos y la tierra. El Agnus Dei está dicho en un estilo pampeano íntimo, tierno y a la vez solemne. En esta y en la anterior secuencia, Los Fronterizos en su totalidad, actúan como solistas, con el permanente concurso del coro y un ajustado fondo orquestal.Si la Misa Criolla fue concebida teniendo en cuenta las exigencias de un tema lleno de majestad, los motivos de Navidad Nuestra han sido creador para un retablo criollo donde cada momento del Misterio de la Encarnación es expresado de manera popular: con toda la ternura y plasticidad conque se evoca en el espíritu de la gente sencilla es milagro ocurrido hace dos mil años en tierra de Judea.Ariel Ramírez dio a cada episodio de la Navidad una voz regional diferente: un chamamé para la anunciación a María, una huella pampeana para la peregrinación de José y María una vidala catamarqueña para el Nacimiento, La Adoración de los Pastores se hace en ritmo chayero y la de los Reyes Magos en tiempo de takirari, la huída de la Sagrada Familia es una vidala tucumana... Eran necesarios versos cálidos, tiernos, sencillos: palabras que pudieran repetir quienes sintieran la emoción del milagro navideño. Félix Luna fue el poeta que colaboró con Ariel Ramírez en la elaboración de las canciones de Navidad Nuestra. Sus textos, asociados a las melodías populares compuestas por Ariel Ramírez, hacen posible el prodigio de una estampa que tiene sabor y color americano sin perder su contenido universal.Algunos integrantes de Los Fronterizos cumplen actuaciones relevantes: Julio César Isella canta el chamamé con la tierna gracia que exige el episodio de la Anunciación, al que agregan las sopranos del coro la humilde respuesta de la Virgen María al ángel Gabriel. En la huella -donde el clave de Ariel Ramírez juega un papel conductor- es Gerardo López quien relata la peregrinación de José y María, --con un Dios escondido-- en su seno. El Nacimiento, una canción que expone los elementos básicos de la vidala catamarqueña en un esquema musical que por su línea melódica puede ser --nuestra-- canción de Navidad, ofrece a Eduardo Madeo la oportunidad de cumplir una inmejorable interpretación. La chaya riojana convoca a Los Fronterizos, el coro y la orquesta, en un ritmo jubiloso, pastoril, agreste, que recuerda en su letra y melodía a los villancico que en el siglo de Oro español esmaltaron las obras teatrales clásicas. La Adoración de los Reyes Magos viene en tiempo de takirari, el crepitante ritmo boliviano, sobre cuyos compases los magos de Oriente ofrendan al Niño Dios arrope, miel y un poncho de alpaca... Y por fin, la huída de la Sagrada Familia, lenta y golpeada, sobre una vidala tucumana que transmite la angustia de la Madre por escapar al peligro que corre su criatura.Navidad Nuestra ofrece, en una selección que armoniza todas las tonadas de esta tierra, el misterio de la encarnación al modo nuestro. Al modo tierno y sencillo en que lo suelen cantar, bajo cielos diferentes, aquellos que creen en el mensaje de un Dios que bajó al mundo para traer paz a los hombres de buena voluntad.Tal, la Misa Criolla y la Navidad Nuestra. Este disco ha reunido la vocación creadora y la emoción interpretativa de muchos hombres y mujeres que han dado testimonio de la perenne vigencia con que se vivifica un misterio de amor, al que se puede cantar con voces propias, vernáculas, porque su dimensión no admite fronteras. Un misterio de amor que, está visto, puede expresarse también, con dignidad y hermosura, en palabras y melodías que transmiten el caliente sabor de nuestra tierra americana.



DATOS DE LA PARTITURA
MISA CRIOLLA / Para solistas coro y orquestaMúsica Ariel RamírezTraducción y adaptación del Texto Litúrgico Pbros. A.(sic) Catena/A. Mayol/J. G. SegadeArreglo coral Pbro. J. G. SegadeIlustración Primaldo MonacoDedicatoria: a Padre Avelino Antuña (Argentina)/Elisabeth y Regina Brückner (Alemania)/Maya Hoojvel (Holanda)/Ruth Hope (Alemania)/Herbert Koch (Alemania)/Mauricio Sullivan (EE.UU.)/Padre Wenceslao van Lun (Holanda)Copyright 1965 by Editorial Pigal[Álbum 50 pp.]La primera audición pública de Misa Criolla, se realizó el 20 de diciembre de 1965 en el Uruguay, en la ciudad de Mercedes durante un espectáculo organizado por la Peña Lazo y Estribo, en el Club Praga. Participaron el Maestro Ariel Ramírez, el charanguista Jaime Torres, el percusionista Chango Farías Gómez y artistas locales: Coro Cantores de la Merced -dirigido por el Maestro José María Martino Rodas-, Conjunto Patria y Tradición y Juan Carlos Taboada. En 1967 se realiza la primera gira de la obra Misa Criolla por el continente europeo con el elenco original, producida por Lippman + Rau, una empresa de conciertos alemana. Acompañó al elenco de músicos argentinos (Ariel Ramírez, Los Fronterizos, Carlos Amaya, Jaime Torres y Domingo Cura) el Coro Easo y Maitea, bajo la conducción del Maestro Bastida. El 9 de marzo se realizó la primera función para el público europeo, fue ejecutada en la Liederhalle de Stuttgart. A continuación, en la Catedral de Trier, se filmó para la TV-Südwestfunk, durante los días 10 y 11.





ACERCA DE LA CREACION DE MISA CRIOLLA(Texto firmado por Ariel Ramírez)
En Roma había conocido al Padre Antuña, estudioso prelado de Argentina, quien me presentó al Padre Wenceslao van Lun, un holandés con quien nos entendíamos en un italiano básico pero eficaz, y al mismo tiempo bastante divertido. Van Lun me llevó a Holanda y desde allí me recomendó a un convento en Würzburg, una pequeña y hermosa localidad a unos 100 km. de Franckfurt. Todos los seminaristas hablaban alemán, salvo dos monjitas que estaban a cargo de la cocina y a quienes el Padre van Lun me presentó para ayudar a comunicarme, pues suponía que entendían español.La realidad era que las hermanas Elizabeth y Regina Brückner habían vivido en Portugal, y algo de español entendían, lo cual fue para mí una salvación en todo sentido: por fin podía dialogar y, por añadidura, desde ese día, empecé a comer con ellas, directamente en la mesa de trabajo de la cocina.Frecuentemente, desde la ventana de la cocina, contemplaba el magnífico paisaje semiboscoso, gloriosamente verde, con una enorme casona que a lo lejos se dibujaba de blanco con las últimas nieves de la primavera. Tanta belleza me producía sentimientos exultantes y, desde mis jóvenes años, me parecía estar un paso más arriba de la tierra.Ellas no compartían mi entusiasmo. No podían olvidar que esa casona y las tierras más distantes habían sido parte de un campo de concentración donde hubo alrededor de mil judíos prisioneros.Desde la distancia, las monjitas me contaron, podían imaginar el horror y el miedo. Sólo en voz muy baja llegaban noticias acerca del frío y del hambre. Una estricta regla castigaba con la horca -sin más trámite- a cualquiera que ayudara o simplemente tomara contacto con aquellos que esperaban su trágico destino.Pero Elizabeth y Regina habían elegido la misericordia y habían sido formadas para el valor, de modo que, noche tras noche, empaquetaban cuantos restos de comida podían y se acercaban sigilosamente al campo para dejar su ayuda en un hueco debajo del alambrado.Durante ocho meses ese paquete desapareció cada día. Hasta que un día nadie retiró el paquete y tampoco los siguientes, que se fueron acumulando. La casa estaba vacía y los rumores esparcieron la noticia acerca del traslado de los prisioneros. El temido viaje se había iniciado una vez más.Al finalizar el relato de mis queridas protectoras, sentí que tenía que escribir una obra, algo profundo, religioso, que honrara la vida, que involucrara a las personas más allá de sus creencias, de su raza, de su color u origen. Que se refiriera al hombre, a su dignidad, al valor, a la libertad, al respeto del hombre relacionado a Dios, como su Creador.Un día de 1954, tal vez del mes de mayo, estando en Liverpool, no puede resistir la tentación de subir a un barco, el Highland Chefstein, que iba a Buenos Aires donde me esperaban mi hija Laura, de cinco años y mis viejos, que superaban los setenta. Me había convencido que en dos meses regresaría al lugar donde ya había decidido afincarme para siempre, pero el destino me reservaba otro rumbo. En aquel barco que atravesaba el Atlántico hacia el sur, empecé a rememorar el relato de las hermanitas Brückner y a pensar en toda la solidaridad humana, todo el amor que había recibido, de parte de gente extranjera con la que apenas podíamos comunicarnos por el desconocimiento mutuo de nuestras lenguas. Me conmovía pensar en que todo lo que recibí fue exclusivamente por amor a mi música y a mi persona, hasta que comprendí que sólo podía agradecerles escribiendo en su homenaje una obra religiosa, pero no sabía aún cómo realizarla.Al regresar a Argentina, todo se transformó en mi vida, mi carrera había crecido y mis canciones comenzaron a ser muy populares, poco a poco comencé a ser Ariel Ramírez... con el tiempo Europa quedó muy lejos... pero mi pensamiento seguía centrado en la idea surgida en el Atlántico. En esta búsqueda comencé a reunir información, y es así que tiempo después me encontré con el Padre Antonio Osvaldo Catena (link a texto), amigo de la juventud en Santa Fe, mi ciudad natal, quien fue realmente el que transformó la base de lo que yo había escrito pensando en una canción religiosa, en una idea increíble: la posibilidad de componer una misa con ritmos y formas musicales de esta tierra. El padre Osvaldo Catena era en 1963 Presidente de la Comisión Episcopal para Sudamérica encargada de realizar la traducción del texto latino de la misa al español, según el Concilio Vaticano de 1963 que presidió SS Pablo VI. Cuando ya tenía terminados los bocetos y formas del ordinario de la misa el mismo Catena me presentó a quien realizaría los arreglos corales de la obra: el Padre Segade.

Extraído del Sitio Oficial de Ariel Ramírez.
Para escuchar:

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